El 31 de enero de 2014 se fue al Cielo Mariano Brito, dejando un hueco y una tristeza enormes en todos nosotros y más allá de fronteras. Pero también es grande nuestra paz porque a nadie mejor que a él pueden aplicarse las palabras de San Pablo: “He luchado el buen combate, he concluido la carrera, he guardado la fe; y desde ahora me espera la corona de justicia que el Señor, justo juez, me entregará en aquel día”.